Abro la puerta de calle invitando a ingresar a la clase y una luna cuna se deja ver enredada en el cablerío mundano.
El crepúsculo la engalana, no hay duda, y tras ese cielo pintado en degradé de naranjas y celestes luce imponente.
Lentamente la noche va asomando desde el azul profundo y la práctica de yoga comienza...
A.M.A.
Fotografía: Mari Cortés