El frío cala los huesos
y la espera se hace larga.
Una mano solidaria acerca un té
y algo parecido a la paciencia o la resignación
se puede ver en sus rostros agradecidos.
El plato de comida llega
como un manto aliviador.
No es mucho, lo sé,
pero hoy con la panza llena
dormirán en el altar
del templo.
Mañana...volveremos a empezar
para que algo comience a cambiar.
A. M. A.
domingo, 7 de julio de 2019
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