lunes, 25 de junio de 2018
EL ÁRBOL DE CARAMELOS
Algunos aromas estimulan la memoria y traen recuerdos dormidos.
El perfume a eucalipto que destilaba ese lugar me trasladó instantáneamente a mi infancia.
Aquellos deliciosos momentos en los que acompañaba al abuelo Federico a la cancha del Club Sportivo Dock Sud del que era su canchero.
Recuerdo que a la izquierda del predio había una larga hilera de enormes eucaliptos por los que siempre caminábamos, jugábamos y yo escuchaba arrobada sus historias.
Y siempre sucedía la magia.
La magia de mi abuelo y mi inocencia de niña combinadas permitían encontrar caramelos en los huecos de las ramas de algunos eucaliptos...sí!, caramelos de eucalipto masticables de envoltorio blanco con letras verdes que eran un deleite para el paladar y un desastre para mis dientes de leche, jajajaja!
Qué vivencia maravillosa para esa pequeña niña que fui.
He sido afortunada al encontrar un árbol de caramelos en mi primera infancia y agradezco el abuelo que la vida me regaló: un abuelo mago!
A. M. A.
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